Esta asesina que encanta
y sueña con su dinero,
que muere con el acero
incrustado en la garganta
el magín me solivianta
y la razón no es trivial:
ni el contoneo juncal,
ni ser chata iconoclasta;
para gustarme le basta
el aleteo nasal.
El honor de los Prizzi, John Houston (1985)
sábado, 28 de abril de 2012
domingo, 22 de abril de 2012
Marlene Dietrich
Brote de ajena locura,
musa de la perdición,
ojo de vil devoción,
destello de edad oscura,
la soñada criatura
que aparece en "Sed de mal"
no es azul, ni angelical,
ni voluble, ni bacante,
sino escéptica, humeante,
agreste, fría, final.
Touch of evil, Orson Welles (1958)
musa de la perdición,
ojo de vil devoción,
destello de edad oscura,
la soñada criatura
que aparece en "Sed de mal"
no es azul, ni angelical,
ni voluble, ni bacante,
sino escéptica, humeante,
agreste, fría, final.
Touch of evil, Orson Welles (1958)
martes, 17 de abril de 2012
Catherine Spaak
Me sentía Trintignant
por parecerme a Vittorio
y correrme aquél jolgorio
con el jácaro charrán,
pero en realidad mi plan
era marcarme un trajín,
aunque fuera en el magín,
en una playa toscana
con alguien dulce y cercana,
la inasible Catherine.
La escapada, Dino Risi (1962)
jueves, 12 de abril de 2012
Lana Turner
Con la tersa blusa blanca,
el pelo rubio perfecto,
y turbiedad en el afecto
a John Garfield de la franca
mirada, Lana desbanca
con su aire mareador
a cualquier mala anterior,
y su presencia fatal
de blanco y negro carnal
no repitió en el color.
El cartero siempre
llama dos veces, Tay Garnett (1946)
lunes, 9 de abril de 2012
Margaret Dumont
Era salir la Dumont
con su old fashion elegante
y todo el mundo expectante,
pues alguien con mostachón
la usaba como un frontón
y soltaba de seguido
unas frases de Cupido
dichas en lenguaje ganso,
a las que nunca me canso
de encontrarles el sentido.
Sopa de ganso, Leo McCarey (1933)
martes, 3 de abril de 2012
Carole Lombard
Una dama desenvuelta
y un aviador que se pira;
entre verdad y mentira
un guión se da la vuelta:
una teatral revuelta
tiene en Varsovia lugar
y se empieza a complicar
al Ernesto Lubitsch modo;
y, salpicándolo todo,
el encanto de Lombard.
Ser o no ser, Ernst
Lubitsch (1942)
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